viernes, 3 de abril de 2009

Insectofobia

Si hay algo a lo que realmente le tengo miedo, mucho miedo, son los insectos.
Veo uno y dejo de ser yo. Huyo. Busco un lugar a salvo lejos de ese insignificante animalito que despierta en mi semejante fobia.
Por que tendré este tipo de reacción ante lo bichos, no lo sé, pero realmente me desespero cuando veo uno.
Según mi mamá cuando era pequeña jugaba con los grillos: los hacía saltar hasta que los pobres se cansaban tanto que por más que los tocara ya no saltaban o a las justas se movían un poquito más allá. Ella también dice que yo quería coger los renacuajos que crecían y saltaban en una pequeña acequia por la que algunas veces pasábamos.
Yo realmente no recuerdo esos episodios. Tal vez estaba muy pequeña. Pero lo que sí recuerdo es que un día, ya un poco más grande, jugando debajo de la mesa de mi casa (que hacia ahí, ni idea) volteo la cara y veo a mí costado un pequeño animal color marrón rojizo con seis patas, dos antenas, dos alas y dos ojos que, según yo, me miraban fijamente. Ese episodio es lo que yo llamo un encuentro cercano con una cucaracha. Salí corriendo, histérica, gritándole a mi madre que la mate, mis manitos temblaban y sentía que a donde miraba la iba a ver.
Creo que ese fue el comienzo de mi temor a los insectos, pero, para mi desgracia, no fue mi último encuentro con ellos.
Hace un par de años, fui a la cocina, en la noche, antes de acostarme, para tomar un poco de agua. Las luces estaban apagadas y por flojera y como ya se donde están las cosas no las prendí.
Cerca a la jarra de agua siempre hay un vaso y yo me disponía a cogerlo para saber donde echar el agua. Pero cuando cojo el vaso siento entre mi dedo gordo y el vidrio del vaso un cuerpo extraño, más o menos blando, que al momento de sentir la presión de mi dedo intentó liberarse desesperadamente. En ese momento el pánico se apoderó de mí y yo solté el vaso, prendí la luz y pude ver como una pequeña cucarachita huía buscando refugio y se escondió debajo del microondas.
Yo me lave las manos frenéticamente y aún en estado de shock bote el agua que había en el vaso (que asco la cucaracha que había estado ahí), saque un nuevo vaso de lugar seguro (y lejano) y me serví agua de una botella (no de la jarra). Apague la luz y me fui a dormir, no sin antes volver a lavarme las manos.
Al día siguiente le conté lo sucedido a mi mamá y ella sacó todas las cosas hasta que encontró la bendita cucarachita y la mató.
Respire aliviada.

1 comentario:

  1. q miedo yo tambien le tengo fobia a las cucarachas y si me pasa eso me muero no se lo q aria

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