Puede que muchas personas decidan un día que quieren escribir. Cogen lápiz o lapicero y papel (aunque ahora eso puede ser reemplazado por un documento de Word que no es lo mismo pero da igual), se acomodan bien en la silla y se disponen a escribir.
Pasan los minutos y la hoja en blanco sigue más que blanca. Entonces surge la pregunta “¿Cómo venzo la hoja en blanco?” Y sale un centro de estudios literarios con una paráfrasis para nombrar su curso estrella “¿Cómo vencer la hoja en blanco?” Entonces van los ilusos creyendo que ahí aprenderán a escribir como los dioses.
Humildemente, y por experiencia, creo que la mejor forma de aprender a escribir bien es leer. Leer todo lo que se pueda leer. Y si voy a pagar para leer (que es lo que van a hacer a ese cursillo) prefiero comprarme un libro, o varios, y leer, leer, leer. Me sale más barato, más entretenido, más efectivo y más personal. Porque además creo que escribir es algo bastante personal.
Inténtenlo, prueben escribir, pero no se preparen tanto. Simplemente cuando un día estén caminando, cocinando, viendo televisión o saliendo de la ducha pueden tener un chispazo (o un asalto). Háganle caso, no lo dejen pasar. Dejen asaltase por la inspiración y escriban, escriban, escriban. Escriban antes que esa esquiva inspiración se tome un año sabático (o más) y decida no volver a asaltarlos por un tiempo.
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