Quienes viven en Lima entenderán que hablo en sentido figurado. En Lima, cuando llueve, no te mojas en media cuadra, por que, realmente NO “llueve”, llovizna o garua pero no llueve. Bueno, esa condenada llovizna que no moja en media cuadra (pero si durante horas de horas) me tomó desprevenida hoy cuando regresaba de mi primera clase de portugués.
Resulta que estaba en el micro regresando a mi casa y, más o menos a la mitad del camino, vi como la ventana del micro se llenaba de rayitas, mire bien y eran gotitas minúsculas de agua que cada vez caían con más vehemencia. Finalmente me baje del micro y las gotitas diminutas seguían cayendo y mojando poco a poco todo. Del paradero a mi casa hay media cuadra de distancia, camine lo más rápido que pude y mirando al piso para no resbalarme ni meterme en un charquito de agua mortal. Hasta que llegue a la puerta de mi casa. Pero ahí no acabo el suplicio. La entrada de mi casa es de losetas y el agua se había empozado y yo sentía que caminaba en un pequeña piscinita, splash, splash, splash.
Cuando por fin entré a mi casa me vi en el espejo y yo era un solo de puntitos de agua. Me había mojado en media cuadra.
lunes, 20 de julio de 2009
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